miércoles, 13 de febrero de 2013

El Pastor de Nigüelas.(Fernando)


      “El pastor de Nigüelas”


 Cuenta la leyenda, que  en un pueblo perdido de Sierra Nevada rodeado de montañas ,enclavado en un frondoso valle ,donde la madre  naturaleza brillaba con todo su esplendor, vivía el protagonista de este cuento .Guillermo era su nombre y de profesión , pastor .


Cuando cumplió doce años los padres le pusieron a trabajar; sin  duda fue una lástima, porque el muchacho era aplicado y se le daba bien estudiar.

Eran tiempos muy duros, los jóvenes marcharon a la guerra y el resto del país sobrevivían pasando  muchas privaciones .Los campos estaban yermos y la hambruna asolaba a toda la región.

Al alba provisto de su zurrón y de su inseparable amigo “Pulga” (el mejor perro ovejero del pueblo), compartía la jornada de trabajo que duraba de sol a sol y los trescientos sesenta y cinco días del año.

Al principio le daba miedo estar solo, los  lobos bajaban al valle con demasiada asiduidad y sobre todo, le abrumaba la responsabilidad de manejar el enorme rebaño.

En primavera cuando las flores aparecían vestidas de sus mejores galas, era  inenarrable contemplar aquel extenso valle cuajado de jara, impregnándolo todo con su peculiar olor .Los lirios con sus grandes flores blancas, azucenas, margaritas, el espliego, el tomillo…las enredaderas cubiertas de campanillas…las amapolas rojas…moradas.

No había espectáculo alguno que pudiera  igualarse al que  cada día disfrutaba el buen pastor, que amaba a su valle con fuerte pasión.

En la sobremesa, cuando descansaba al abrigo de las rocas, pasaba el tiempo arrancando  a su flauta sonidos muy dulces .Guille nada sabía de solfeo, ni de notas musicales, su  inspiración nacía de los peculiares sonidos de la naturaleza.

Estudiaba el cántico del jilguero, el  ruiseñor, las alondras, los  canarios… de cualquier ave canora que viviera por el lugar .El ulular del viento, los  balidos de sus ovejas, todo era captado y transformado  en insólitas melodías.

Guille estaba dotado de una increíble sensibilidad y ante todo, tenía un don: ” sabia  escuchar”.Conseguía como nadie calmar a su rebaño y sosegar al inquieto Pulga que  no paraba quieto, ni un segundo.

A menudo le visitaban los pajarillos y se quedaban embelesados escuchándole. Cuentan los lugareños que a veces las aves bajaban de las montañas y organizaban juntos maravillosos conciertos.

Todo el pueblo adoraba a Guille (bueno, todos no). Antón,  el hijo de su jefe, que  vivía rodeado de lujos, allá  en su casona azul, incomprensiblemente odiaba con todos sus fuerzas al pastorcillo.

El papá pretendía que su hijo se convirtiera en un virtuoso del violín. Contrató a los mejores profesores y todos le duraban un asalto, pues  huían del “niño” como de la peste, que  amenazaba con romperles los tímpanos y lo que es peor los nervios, (ni siquiera el  hambre justificaba aguantar tamaño suplicio).

Guille, por su parte, cada día tenía más admiradores, y su flauta día a día conseguía que las gentes le escucharan embelesados enamorados de los increíbles sonidos que lograba, con su sencillo  instrumento fabricado por él mismo.

 A Antón los éxitos de su odiado enemigo le ponían “malísimo”y solo vivía planeando la manera de hacerle daño.

Cierto día que el malvado chico estaba al acecho, se  presentó la ocasión. Pasó por el aprisco donde descansaba Guille y comprobando que se había quedado dormido, le sustrajo seis ovejas.

Con todo sigilo abandonó el lugar y condujo a los animales muy lejos.”Por fin, tenia en sus manos al maldito pastor”... Seguro que su padre, le echaría a la calle.

Al atardecer Guille reunió a sus ovejas y sin percatarse del robo se dirigió al establo.

Cuando hizo el recuento ,(operación que realizaba todos los días), casi le dio un soponcio, al  comprobar que le faltaban seis.

¡Dios mío! ¿Qué le diría a su jefe? ¿Cómo justificar lo injustificable? .Perdería el empleo, y ¡con qué cara se presentaría a sus padres .!

Angustiado, corrió hasta la inconfundible casa azul y temblando de miedo se presentó ante su jefe.

Tartamudeando  intentó  buscar explicaciones,(donde sin duda no había) .El jefe montó en cólera ,gritaba y gritaba y sin atender a razones le llamaba inútil.

Arréglatelas como puedas, sentenció.- Esta noche mis ovejas dormirán en su establo o de lo contrario por aquí no vuelvas más .No puedo fiarme de los buenos propósitos de un zagal que me pierde la mitad del rebaño por el camino.

.-Señor, le prometo que las encontraré, gimoteaba Guille al borde de un ataque de nervios.

.-Óyelo bien, mequetrefe, ni yo ni nadie te dará trabajo en este pueblo... Así  que ya estás perdiendo el tiempo miserablemente, encuentra a esas ovejas o trabajarás gratis  durante mucho tiempo para pagármelas.

.-Señor…

.-Corre ¡estúpido!, el tiempo apremia.

Antón junior contemplaba la escena escondido. (Se le caía la baba de lo orgulloso que se sentía,  por el éxito que había tenido su maquiavélico plan).

Apenas si habían transcurrido dos horas, cuando los integrantes  de la casa azul salieron a la calle, al escuchar el griterío de los vecinos.

Este modesto narrador, asegura que la escena a cualquiera le habría dejado atónito.

En primer lugar venía Guille con su flauta mágica, tocando  una alegre marcha .A continuación caminaban seis ovejas en perfecta formación, danzando  al compás de la música y en último lugar, cerrando filas, caminaba a dos patas Pulga ,marcando el paso  marcialmente  ,con un gesto  triunfal (por aquello, de quien ríe el último… ).

Cuenta la leyenda que el pastor, no sólo conservó su empleo, sino que el Sr. Antón le costeó los mejores profesores y Guille se convirtió en un legendario músico que dio fama y prestigio al pueblo.

Claro está, nada comparable a la fama que consiguió gracias a sus ovejas perdidas, danzando al compás de la flauta más mágica del mundo mundial.

Y ¡colorín colorado...!

                                   
                          Fernando Domínguez Navarro

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