La tortuga y la Liebre
Érase una vez una tortuga que vivía
feliz en su lago, cerca de una gran llanura. Le gustaba recorrer aquellos
alrededores y ver cómo había competiciones deportivas. La tortuga, que era vanidosa,
quedaba muy bien en los concursos de
baile, pero no en los de velocidad, pues siempre llegaba detrás de la liebre.
¿Qué debería hacer para que, aunque
fuera por una sola vez ganara a la ligera liebre?
Fue a visitar a los más sesudos sabios del lugar para que averiguaran cual era la razón. Estos hicieron
un estudio comparativo: la tortuga tenía patas cortas, caparazón pesado, cabeza pequeña. Asimismo
estudiaron a la liebre: no hay duda, dijeron, la liebre tiene las patas más largas y su cuerpo es más ligero.
La tortuga quedó impresionada con
aquella explicación, y se fue a casa satisfecha. Pero,.. pensándolo bien, no le habían dicho nada nuevo, pues, aunque
nunca había reparado en ello, conocía muy bien a la liebre.
La tortuga pensó que este consejo era bueno y se volvió a su laguna, decisión que, como pronto pudo constatar, fue muy sensata: unas semanas más tarde una manada de lobos invadió la llanura y devoró a las liebres. La tortuga siguió viviendo en su entorno, lenta, pero felizmente, por muchos años más.
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