LAS GAFAS DE JAIME
Había una vez un niño que vivía con sus padres en una gran
ciudad.Se llamaba Jaime.Tenía 10 años.Era muy tímido porque era gordito y
llevaba unas gafas con unos cristales gruesos.Los niños del colegio se burlaban
de él llamándole “4 ojos y no ve” y “bolita de sebo”.Sufría mucho y lloraba a
solas preguntándose ¿Por qué me tratan así, si yo sólo quiero jugar con ellos y
ser su amigo?.
No quería ir a la escuela, ni salir a la calle a juga.los
padres le veían sufrir y no sabían qué hacer para consolarle.Un día la madre
después de mucho pensar, le dijo al padre:“Tomás, tenemos que hacer algo para
lograr que nuestro hijo sea feliz y pueda tener amigos e ir contento a la
escuela; ya tiene 10 años y así no podemos seguir. Creo que tendríamos que
mandar una temporada a Jaime a casa de tu madre, al pueblo.Allí hay menos niños
y puede ser más feliz, pues se meterán menos con él”¿Que te parece?”
Manuela, me da mucha pena tener que separarnos de Jaime por
una temporada, pero si tú crees que será positivo para él, me sacrificaré.
La madre a la mañana siguiente, cuando estaba desayunando
Jaime que se quejaba que no podía ir al colegio porque le dolían mucho las
muelas, le dijo “Hijo, no podemos seguir así.Tienes que ser más fuerte y no
hacer caso de lo que te dicen los compañeros del colegio.Hemos pensado que te
vas a ir una temporada a casa de la abuela Sofía.Allí podrás ir al colegio más
tranquilo porque hay menos niños. Pero tu tendrás que ser más valiente y
sociable y no hacer caso de lo que te digan. Ya verás como con el tiempo serán
tus mejores amigos.
Mamá, no quiero ir, quiero seguir con vosotros.La abuela es
muy buena,pero os quiero mucho y me da mucha pena.
Mira hijo, en la vida hay que ser fuerte y enfrentarse a los
acontecimientos.Verás cómo luego estarás muy contento.
El domingo siguiente prepararon la maleta de Jaime y se
dirigieron a casa de la abuela Sofía.Cuando los vio la abuela no cabía en sí de
gozo. “Que alegría, que se quede Jaime conmigo una temporada, ¡verás que bien
lo vamos a pasar!”.
Jaime se abrazó a sus padres llorando y se despidió.
A la mañana siguiente la abuela le llevó a la escuela a
presentarlo a la profesora.
Este es mi nieto Jaime.Ha venido a pasar una temporada
conmigo. Espero que le tratéis bien y seáis sus amigos.
Los 8 niños que había en la clase se empezaron a reír
señalándole. ¿Habéis visto, si parece una albóndiga y es un 4 ojos, ja, ja, ja!
Dijo Pascual que era el niño más revoltoso de la clase.
Todos los demás rieron bajito, sin atreverse a levantar la
voz.
La profesora se enfadó y dijo: Pascual, tienes que portarte
mejor.El no tiene la culpa de ser un poco rellenito y tener que usar gafas
porque no ve bien.Por lo demás es un niño tan normal como todos vosotros y
tenéis que ser amigos de él.
Jaime se prometió a sí mismo, que en esta ocasión no le harían daño las cosas que le dijeran y por encima de todo haría lo posible por
ser su amigo.
Transcurrían los días de Jaime en el pueblo tranquilos.Pero
Pascual aprovechaba cualquier momento para reírse de él, sin que le viera la
profesora.Jaime sonreía y aguantaba.
Un día le dijo Pascual: “Oye Jaime, en el pueblo de al lado
han puesto una feria y hay muchas cosas bonitas y divertidas.¿Porque no
faltamos mañana a la escuela y nos vamos los dos solos a divertirnos allí?.
Pero no se lo podemos decir a nadie, será un secreto entre nosotros”.
No puedo Pascual, tengo que decírselo a mi abuela, porque se
puede enfadar si se entera que voy y no se lo digo.
No, Jaime.No puede saberlo nadie... Ven si quieres... Yo voy
a ir...Tú verás.
Jaime empezó a pensarlo y pensarlo. No sabía qué hacer.Por
un lado le apetecía ir para que viera Pascual que era valiente, pero por otro,
no podía hacer eso a su abuela, con lo buena que era y confiaba en él...Al
final decidió que iría.
A la mañana siguiente se dirigieron los dos al pueblo
próximo. Cuando llegaron Jaime se quedó encantado.¡Qué cantidad de puestos y
carricoches, noria..., Había de todo.
A que estas contento de venir.Le dijo Pascual. Si, es muy
bonito todo, dijo Jaime.
Bueno, pues me tienes que demostrar que eres un chico
valiente y no un tontaina ... ¿ves aquella noria tan alta?Vamos a subir los
dos. Verás que bien lo pasamos.
Dicho y hecho. Como llevaban unas pocas monedas de la hucha,
se subieron a la altísima noria. Empezó a ascender poco a poco. Jaime estaba
nervioso y Pascual le preguntaba “¿Jaime, te gusta lo que ves? Si, muy bonito,
contestaba Jaime. Así una y otra vez, preguntaba Pascual. Y Jaime contestaba
siempre lo mismo.Cuando llegaron a lo más alto de la noria, dijo Pascual a
Jaime: Jaime, ¿porque no me dejas tus gafas para ver qué tal veo yo con ellas?
No, dijo Jaime.No verás nada, están
graduadas para mí, que no veo bien, pero tú ves muy bien. No importa.Dámelas.
Jaime no supo negarse y se las dio. Cuando las tuvo en sus manos las dejo caer
desde lo alto de la noria. ¡Oh, qué pena... Se me han escurrido! No es verdad,
dijo Jaime.Las has tirado, eres malo y cruel,
Cuando la noria llegó abajo, Jaime bajo corriendo a buscar
las gafas.cuando las encontró vio que estaban rotas.No podía creerlo...¿qué iba
a hace?, Su abuela se enfadaría mucho, se lo diría a sus padres que se había
portado mal y había mentido.Además no veía nada...¿Qué iba a hacer?
Se puso a llorar. Pascual echó a correr y desapareció. Estaba inconsolable. ¡Cómo
iba a volver al pueblo, si no veía nada!.
Al poco escuchó una vocecita que le decía: ¿Qué te
pasa,Jaime?¿Porque lloras tanto?
Jaime se secó las lágrimas y no veía nada ¿Quién me habla?
Soy yo, aquí encima de tu rodilla...Mírame:soy Cominín, el
enanito de los niños buenos...Cuéntame qué problema tienes ,y trataré de
ayudarte.
Pascual, un compañero del colegio que es muy malo, que me
llama albóndiga porque estoy gordito y 4 ojos porque no veo bien y llevo gafas,
me ha traído engañado a la feria.Ha tirado mis gafas desde lo alto de la noria
y se han roto.Y además he engañado a mi abuela y no le he dicho que venía.Se
piensa que estoy en la escuela, ¿Cómo voy a volver a casa si no veo?
No te preocupes, Jaime, Yo soy un mago, te arreglaré las
gafas.Como van a ser mágicas, los cristales serán más finitos y apenas se
notarán.Y para que no te llame más albóndiga
tienes que procurar no comer muchas chucherías y hacer deporte, Verás
que bien vas a estar.
El enanito cogió las gafas rotas, hizo unos movimientos y
pronunció unas palabras mágicas ...Y aparecieron unas preciosas gafas...Los
cristales apenas se veían.
Jaime no podía creerlo.Se las puso todo nervioso ¡Pero si
veo estupendamente, mejor que antes! Me gustaría verme.
No te preocupes. Mírate en este charco.
Pero si estoy guapo, Ahora se me ven bien los ojos y no los
tengo nada feos. Pero qué dirán mis padres y mi abuela, cuando me vean con
gafas nuevas.
No te preocupes, Jaime...Como son gafas mágicas, ellos no
notarán el cambio.Sólo lo verán los demás que no son de tu familia.
Muchas gracias, Cominín. Siempre te recordaré y te haré caso
en lo que me has dicho de las chuches y el deporte.No te preocupes.
Corre que te corre, se volvió al pueblo. Todavía era la hora
de la escuela. Entró y se sentó en su pupitre, Pascual ya estaba en la
escuela.Al verle se sorprendió y en el recreo se acercó a Jaime.Le pidió perdón
por lo que le había hecho y prometió no volver a reírse de nadie.Y se
convirtieron en los mejores amigos. Jaime ya no temía nada, gracias a Cominín.
Al acabar el curso Jaime volvió a casa de sus padres.Cuando
le vieron se sorprendieron, ¡Pero Jaime, ¿qué has hecho?¡Qué guapo que estás!
Ya no como tantas chucherías y hago deporte.
Que alegría, hijo...Sigue así.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.