TRES BRUJAS ENFADADAS
Pilar Pradillo
Cuenta la leyenda que en el país de la
Risa, hubo hace muchísimos años, tres brujas que siempre estaban enfadadas. En
otoño y verano, en invierno y primavera. A todas horas y todos los días estaban
enfadadas.
La primera se llamaba Triquitraca y vivía en el
bosque. La segunda se llamaba Catapúm y vivía en la montaña. La tercera se
llamaba Glugú y vivía en el lago.
La bruja Triquitraca tenía su cabaña cerca de un
camino por el que todos los días pasaban los granjeros que iban al mercado
con sus carros cargados de gallinas,
coliflores, zanahorias, lechugas, huevos, conejos y cualquier cosa que se
pudiera vender. Andaban por el bosque tan contentos y algunos hablaban de sus
cosas, otros cantaban y hasta contaban chistes. La bruja se ponía de un humor
de perros cuando la despertaban con sus risas y pasaba todo el día enfadada.
La bruja Catapún tenía su cueva en una montaña muy
alta, muy alta. Desde la cima, se podía ver un paisaje precioso y por eso a
diario la visitaban escaladores, montañeros y familias enteras que iban de
excursión. Todos los que subían la montaña eran madrugadores, estaban contentos
y charlaban y cantaban y reían. La bruja que a esas horas dormía a pierna
suelta se despertaba con las voces y con las canciones, entonces se ponía
furiosa y el mal humor le duraba hasta la noche.
La casa de la bruja Gluglú era una barca grande que
flotaba en el lago. Sus aguas eran transparentes y en él nadaban carpas
enormes. Sus orillas se llenaban desde muy temprano de pescadores que cantaban
y reían a la espera de que algún pez picara en sus anzuelos. También habían
canoas que iban de acá para allá y los remeros hacían carreras entre ellos
mientras gritaban para animarse. Gluglú no podía soportar despertarse en medio
de tanta alegría y tanto bullicio. Lanzaba sapos y culebras desde su barca y
así pasaba los días.
Hubo muchas quejas sobre el malhumor de las tres
brujas, tantas, que llegaron a oídos del rey Risueño III quien reunió al
Consejo de Sabios para intentar convertir en buenas pulgas, las malas pulgas de
las tres brujas. Semejantes enfados no se podían permitir. Eran sucesos
extraordinarios que no se habían conocido nunca en el país de la Risa.
Hablaron, discutieron y volvieron a hablar durante varios días y después
decidieron enviar un embajador a la isla Verde para traer a los tres gnomos del
bosque de las Cosquillas que eran conocidos en el mundo mundial, porqué sabían
muchísimo sobre pócimas, hierbas y conjuros contra el mal carácter.
Pasado un tiempo, las tres brujas que vivían en el
bosque, en la montaña y en el lago del país de la Risa, sin saber porqué y para
asombro de todos, se despertaban todas las mañanas con un ataque de carcajadas
que les duraba hasta la hora de irse a la cama. Desde entonces se hicieron
famosas por su simpatía y sentido del humor. Las gentes que pasaban por el
camino del bosque, que subían a la montaña y que iban al lago las buscaban, por
qué eran muy divertidas.
El tamaño de los gnomos que había enviado el rey
hizo que pasaran desapercibidos al hacer su trabajo y eso sí, volvieron a su
isla Verde y a su bosque de las Cosquillas sin decir ni pío y se guardó bajo
siete llaves el secreto de la fórmula mágica para reír sin parar.
... y colorín colorado...
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