PABLITO EL PASTORCITO
Hace muchos muchos años, en un pequeño pueblo, vivía un niño que se llamaba Pablito, su padre era pastor de ovejas y él vivía con su padre en una cabaña en las montañas dónde cuidaban de las ovejas, cada 3 ó 4 días iba al pueblo dónde vivía su madre para llevar la comida a la cabaña.
Pablito era un niño muy feliz, pues sólo conocía esa vida, pero un día cuando volvía de casa de su madre de recoger la comida, iba por el camino muy contento cuando de pronto vio en medio un objeto que no conocía, lo abrió y ¡Oh! Sorpresa, tenía muchos dibujos y unos signos que él no conocía.
Cuando llego a la cabaña, le preguntó a su padre de que se trataba.
El padre le contesto que era un libro, porque él los había visto alguna vez en el pueblo, pero que no sabía lo que ponía porque no sabía leer.
Pablito se puso muy triste se pasaba las horas mirando los dibujos que contenía el libro, pero deseando leerlo.
Un día su padre le preguntó ¿Qué te pasa Pablito, tú eras un niño muy feliz, que corría por el monte detrás de los corderitos y ahora te veo siempre triste, dándole vueltas al libro?
Que me gustaría aprender a leer, para poder comprender todas las maravillas que deben tener los libros.
Pero hijo, para eso tendrías que ir a la escuela y eso es imposible, porque me tienes que ayudar con el ganado, yo sólo no puedo.
Un día cuando fue al pueblo para recoger la comida de su madre, preguntó a un vecino que donde estaba la escuela.
Pablito se dirigió allí y se puso en una ventana a ver cómo estaban los niños en la escuela, sentados en sus pupitres, le entraron unas ganas enormes de entrar, pero le dio vergüenza, porque todos los niños iban bien vestidos y él llevaba unas ropas muy pobres.
Desde ese día, siempre que llegaba al pueblo después de coger la comida se iba a la escuela para ver que hacían los niños.
Un día se armó de valor, se puso las mejores ropas que tenía y decidió entrar en la escuela.
Al verle la maestra, se sorprendió y le preguntó: ¿Quién eres niño, no te he visto nunca en el pueblo?
Pablito la respondió: Soy Pablito el hijo del pastor de las ovejas, vivo con mi padre en una cabaña en las montañas, pero me gustaría aprender a leer.
Me parece muy bien, pero para eso tendrás que venir todos los días a la escuela.
Eso es imposible, le contestó Pablito, mi padre me necesita en el monte.
Pues entonces, lo siento, pero no podrás aprender a leer.
A Pablito se le cayó el mundo encima, que terrible no poder aprender a leer nunca y no enterarse de las cosas tan bonitas que hay en el mundo.
Según subía por el monte en dirección a la cabaña, se encontró con una viejecita que no había visto nunca que le dijo.
¿Qué te pasa Pablito, porque estás tan triste?
¿Señora como sabe mi nombre, yo no la he visto nunca?-
Pablito, soy un hada buena, vivo en lo alto del monte, todos los días te veo muy feliz mientras cuidas las ovejas junto a tu padre y últimamente te veo muy triste.
Me siento muy desgraciado porque quiero aprender a leer y no puedo, dice la maestra que tengo que ir todos los días a la escuela y es imposible, mi padre me necesita.
No te preocupes dijo la viejecita, como eres tan buen hijo y tienes tantas ganas de aprender, toma esta pizarra y su pizarrín que son mágicos, tu pregunta a la pizarra lo que quieras y ella te irá enseñando a leer y escribir, cuidalo bien, no lo pierdas.
¡No se preocupe señora, la cuidare con mi vida!.
Cuando llegó a la cabaña y se la enseñó a su padre, se puso muy contento y le dijo. Pablito en esta pizarra estudiaremos los dos, pues yo también tengo muchas ganas de aprender.
Desde entonces vivieron felices cuidando a las ovejas en el monte y leyendo todos los libros que caían en sus manos.
MARIA ESPERANZA ESTEBAN MOYANO Octubre 2013
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